viernes, 17 de julio de 2009

Oye Peje…¡ él dice que yo me llamo Pitití !

Aquellos azarosos primeros 12 años de los gobiernos reformistas transcurrían muy tensos. Por cualquier tontería la policía trujillista -que seguía intacta mucho tiempo después de decapitada la tiranía- atropellaba a la gente. A los policías matones del régimen, llamados los Cascos Blancos, ni siquiera se les podía ver a la cara directamente porque se consideraban semidioses y podían ofenderse por ello.

En esos días habían asesinado a cinco jóvenes que militaban en el Frente Estudiantil Flavio Suero y Henry Segarra había desaparecido.

La situación de terror era tan brutal, que el que usaba camisas de color rojo combinaba con un pantalón negro, lo menos que le podía pasar era un macanazo o varios días de cárcel o la muerte, porque el partido de la Línea Roja de tendencia comunista usaba esos colores en su bandera. Igual pasaba con la combinación de los colores verde y negro, que eran los colores del partido 14 de Junio el cual era de la misma simpatía ideológica.

Para la época, Juan Francisco Payero Brisso, cursaba sus estudios de medicina en la UASD y era un reconocido dirigente de aquella izquierda revolucionaria que se enfrentaba a Balaguer. La policía lo perseguía sin descanso, por lo que su vida siempre transcurría a la sombra de la clandestinidad.

El coronel Caonabo Rosario, en la ocasión jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia ya lo tenía ubicado y su apresamiento estaba cercano.

En varias oportunidades se había escapado hábilmente de las redadas que ejecutaban las unidades especiales de la policía, pero ahora se notaba que las cosas podían ir mal para él, porque las informaciones que recibía eran de que tenía que cuidarse de aquellos matones.

Para esos días se esperaba la visita a la Republica Dominicana del magnate norteamericano Nelson Rockefeller, por lo que el régimen había activado a toda la inteligencia policial para reprimir a sus opositores.

En aquellos tiempos muchos estudiantes de todas las provincias del país, nos íbamos a vivir en la capital para estudiar en la UASD, que era, y sigue siendo la universidad de los pobres.

Un grupo de ellos vivían en la calle Hostos # 16 de Ciudad Nueva, entre los que se encontraban Payero, José Miguel Schild, Miguel Guerra y Miguel Ángel Castillo. Payero, previniendo lo que podría pasarle en esos días, les dice :

-Óiganme, tengo un plan elaborado por lo que pueda pasar :

-Si me apresan, deben de inmediato comunicarse con mi familia en Puerto Plata.

-Si por el contrario apresan a alguno de ustedes, entonces los demás haremos lo mismo- le dice Payero.

-Muy bien, todos tenemos los teléfonos de nuestros familiares y amigos- ¿Que más?-

-Bueno, otra cosa; el que quede suelto también debe comunicarse de inmediato con el secretario general del partido para que él haga la denuncia en toda la prensa nacional-

-Pero también escuchen esto : si caemos presos y ellos comienzan a llamarnos por los apodos, no debemos contestarle. Sólo contestaremos a nuestros nombres.

-Por ejemplo : si a mi me llaman El Peje, me hago el loco y no contesto. Igual tiene que hacer José Miguel cuando mencionen el apodo de Pitití, Miguel Guerra si lo llaman Batuta y Miguel Ángel Castillo si lo llaman Pipirí, porque es con esos apodos que nos tienen ubicados en la lista negra del servicio secreto-

No pasó mucho tiempo cuando en una madrugada de Septiembre del año 1973, sigilosa y rápidamente, dos unidades de la policía llamadas popularmente Jaulas, llegaron repletas de policías armados a la casa estudiantil, tumbaron la puerta y los apresaron a todos. Los llevaron a una cárcel del palacio policial y los introdujeron junto unos 40 reos. Allí estarían por largos días incomunicados y con hambre, porque sólo una vez al día le daban pan de agua viejo y agua.

Al segundo día de reclusión y estando sentados en el suelo, llegó el coronel Rosario con una temerosa macana negra que blandía en las manos.

-Párense de ahí, partía de pendejos comunistas, que yo voy a ver si no van a cantar como gallinas el plan que tienen para perturbar la visita de Rockefeller a nuestro país-

Todos se quedaron callados y temerosos al ver aquella actitud de violencia.

-Miren esto, con que aquí tenemos a los famosos El Peje, Pitití, Batuta y Pipirí- dijo el coronel-

Se mantuvieron calladitos, simulando que no era a ellos a quienes se refería.

Cuando de repente, el coronel, dió un macanazo en la pared cercana a la cabeza de José María, produciendo un intenso ruido, al tiempo que les gritaba :

-Sí, era a ustedes que los estaba buscando desde hace mucho tiempo, por poner bombas y matar policías. Estos tigres puertoplateños revoltosos que están viendo aquí, vienen dizque a estudiar a la capital, pero a lo que vienen es a querer tumbar el gobierno- le dice el coronel a sus subalternos-

-Dime Pitití,¿fuiste tú que fabricó la bomba que estalló en el parque Independencia el 14 de Junio de este año?-

En ese momento entró un policía al lugar y ruidosamente estrelló en el suelo un saco de henequén con unas 8 metralletas viejas y algunos revólveres oxidados, diciendo :

-Mi coronel, estas armas fueron las que encontramos en la casa de estos comunistas-

-¿Aja?, ¿y entonces, carajo? Dime Pitití, ¿quién fue que les consiguió esta armas?-

-¿No sería Fidel que se las mandó de Cuba?-

José Miguel muy asustado, ya no aguantó más y mirando a Payero a los ojos le dice :

-Oye Peje, el dice que yo me llamo Pitití - ¿Es loco que está?

Los otros, al oír la confesión de Pitití revelando el apodo de Payero enmudecieron.

El coronel se rió y le dió un empujón tan fuerte a los dos que los hizo caer al suelo y de inmediato ordenó :

-Tránquenme a estos malditos comunistas en la solitaria más oscura hasta que se pudran-


rafelsantana@codetel.net.do

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