martes, 7 de julio de 2009

HISTORIA DE LA TERNURA

No creo que nadie haya tenido una madre como la mía. Ella resumía en sus acciones todo el amor que una persona puede dar a otros, antes que pensar en ella. Su solidaridad y entrega total a todo lo que asumía y su ternura y afecto hacia todos los que le rodeaban, era inconmensurable. Parió a 10 hijos y crió a más de 20. Su casa era de todos. Los domingos preparaba alrededor de 25 platos para alimentar a toda la familia y los amigos y hermanos que llegaran. Nunca la vi discutir con nadie
acaloradamente, aunque sí defendía con pasión sus creencias. Todos los que la conocieron pueden dar testimonio de que lo que he dicho es la verdad. Ella marchó sonriente a la eternidad el 10 de Mayo del 2006, a los 94 años de edad.

Ahora, en que muchos vamos a conmemorar y otros tantos a celebrar el Día de las Madres, les traigo este poema que escribí
para ella :



HISTORIA DE LA TERNURA





Fraguaste con amor nuestros destinos en duro batallar, madre valiente.

Puliendo con fervor y suaves mimos los 10 magníficos frutos de tu vientre.

Con honda reflexión diste consejos que al cabo de los años he comprendido.

Sabia virtud que florece desde muy lejos y me ayudan a cuidar los pasos míos.

Tu intuición de madre prodigiosa lograba captar de todos lo mas íntimo,y adivinando siempre una pregunta, fluía tu enseñanza con gran tino.

Nunca llegó el hastío hasta tu vida; siempre insististe en servir con gran afecto.

Parecías sonreír y suspirabas, y en tus ojos se palpaba un brillo eterno.

En tu hogar los domingos -como siempre- dispusiste para todos de alimento.

No permitiste jamás que alguien quedara sin recibir de tus manos el sustento.

En silencio soportaste largas horas de dolor, de tristezas y amarguras.

Pues de tus hijos, a dos los añoraste, cuando al cielo se marcharon con premura.

En el invierno de tus días persistieron todos los bríos de amor que dió tu pecho.

Y sin respiro procuraste con encanto consolar a todo aquel que vieras enfermo.

Fuiste Madre la paz de mis interiores.

En ti puso El Señor tanta dulzura, que si acaso me acechara algún tormento,
lo atenuaré recordando tu ternura.




rafelsantana@codetel.net.do

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