La última vez que estuve en los Estados Unidos fue en mi reciente viaje vacacional de 10 días, para participar en los eventos programados por los puertoplateños ausentes residentes en Nueva York, los cuales desarrollaron dos interesantes actividades en las que pude saludar a compueblanos a los cuales tenía más de 30 años que no veía. Sentí una inmensa alegría cuando abracé al Padre Ricardo Potter, el cual era el párroco de la Iglesia Episcopal, a Huguito Medrano, el cual era guía de los Boys Scouts, por allá por los finales de los años cincuentas y a muchísimos más a los cuales tuve que verle bien la cara para finalmente reconocerlos.
También aproveché el viaje para visitar a mi familia en New Jersey y Boston, los cuales constituyen, junto a esta ciudad, los estados más poblados de dominicanos en USA.
El título que encabeza este escrito se debe a que Nueva York, como toda inmensa urbe, con sus 19 millones de personas viviendo apretujadamente, tiene muchos lugares de interés que se pueden visitar, pero para poder hacerlo adecuadamente, hay que contar con todo el tiempo del mundo, cosa difícil para un turista.
Pero también, al ser tan inmensa, presenta problemas a los cuales, los que vivimos en pueblecitos como el nuestro, se nos hace difícil acostumbrarnos : por ejemplo, el calor que se agarra en estos meses de verano, las grandes distancias que hay que recorrer al hacer cualquier diligencia, los alimentos chatarras que hay que comer con elevado colesterol por pipá, etc., etc…
Miren, el calor que cojí cuando iba a tomar El Metro fue el más intenso que he experimentado en mi vida. Y eso, que yo sé de calor, porque trabajé durante casi un año en la selva del Amazonas, donde la temperatura a la sombra durante los meses calientes, sube hasta 40 grados. Pero éste que se coge en esos túneles, es sofocante hasta el extremo. Más bien parecen hornos para asar personas.
¿Y la caminada que tuve que dar? Después de agarrar el metro o un autobús durante una o dos horas, tenía que comenzar a cruzar cuadras inmensas para poder llegar al lugar que iba visitar y eso me hacía sudar la gota gorda. Creo que bajé más de 10 libras de peso durante esas jornadas de ejercicios involuntarios. Ahí me di cuenta los importantes que son los moto conchos. Los extrañé muchísimo. Miraba para todas partes a ver si veía alguno y qué vá…no se asomó ninguno. Sólo una motocicleta gigantesca montada por un jipie barbudo y vestido como se hacia en los años sesenta, aparecía de vez en cuando, los cuales no le dan bolas a nadie. Me sentía tan cansado que estaba dispuesto a darle hasta 5 dólares –equivalentes a 175 pesos- para que me llevaran hasta el sitio que yo iba, pero por más señas que les hacía no se paraban.
La comida : ay, mi madre. Antes de salir del apartamento por la mañana, tenía que comerme un plato de comida, porque allá no se sabe cuando va a ser la próxima vez que se coma. Yo, que normalmente no desayuno, porque mi trabajo no es abrir zanjas, ni pegar blocks, ni doblar varillas, ni manejar patanas, tenía que ajustarme un viaje de mangú con huevos fritos y un vaso de leche tempranito, porque cuando venía a ver, caminando por la ciudad, ya eran las 6 de la tarde y tenía tanta hambre que me comía lo primero que apareciera en el camino, sea una hamburguesa, un sándwiche, un perro caliente o una carne frita, cosas que a la larga, afectan la salud. Eso si, cuando cenaba en un restaurante, la cantidad de comida que ponían en unos platos inmensos era como para cuatro personas.
Pero lo peor de todo, es lo estricto que hay que ser con el cumplimiento de las leyes. La cantidad de cosas que están prohibidas allá me pusieron casi loco
Allí nadie se atreve a cometer una falta, porque de inmediato lo apresan con esposas y todo. Mi hermano mingo dice que esto aquí es una dictadura con la nevera llena de comida…
No se le ocurra estacionarse un centímetro encima de la raya amarilla que hay pintada, porque de inmediato viene una tiquera (policía que casi siempre son mujeres) y le pone una multa.
Pero, con todo y eso, Nueva York me gustó. Es una gran ciudad a la cual hay que ir para saber lo que es el mundo. Allí hay de todo y hay gentes de todas las partes del mundo. Cuando puedan ir a USA, no dejen de visitarla.
rafelsantana@codetel.net.do
miércoles, 19 de agosto de 2009
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